“Según mi experiencia, escuchas a personas que han sufrido abuso o traumas o algo que ha sucedido y entonces la comida ha sido una muleta para ellas. Lo mío fue cuando mi abuela murió cuando yo tenía nueve años. Me quedé en la escuela esperando que me recogiera, pero nunca llegó porque había tenido un accidente automovilístico y murió. Y me he culpado por su muerte desde entonces.

Mi mamá, desde la mirada del amor, solía decirme que no podía ponerme ciertas cosas. Yo trataba de ponerme cosas que mis amigos estaban usando y ella me decía que no podía usarlas porque mi figura era diferente a la de ellos. Eso realmente resaltó que era diferente y me hizo muy consciente de ello.

Me apasiona mucho mi hija, Emily. No quiero que jamás tenga un problema con su apariencia, no quiero poner ninguna idea en su cabeza de que no está bien cómo es. Cuando comencé a intentar quedar embarazada, no pensé que mi talla fuera un problema. Digo, nadie sabe si puede tener un bebé. En definitiva, no fue un problema y quedé embarazada. Me sentía bien y ya no me molestaba tanto mi barriga porque tenía un bebé allí. Me hizo mirar mi cuerpo de una manera diferente”.
 

“Llegué a la universidad con talla 14 y salí con talla 18. Me quedaba hasta muy tarde por la noche, comiendo y escribiendo, algo que nunca se debe hacer. En mi último año, mi mejor amiga falleció. Fue entonces cuando simplemente toqué fondo. Ya no socializaba tanto. Perdí el apetito durante mucho tiempo. Cuando lo recuperé, simplemente comía todas las cosas equivocadas en el momento equivocado, simplemente no me importaba.
 

Fui elegida en un programa para ser enfermera. Me llamaron dos días antes de la filmación y me dijeron que ya no participaría. Cuando pregunté por qué, dijeron: “Es porque nos dimos cuenta de que el uniforme de enfermera no te quedaría bien”. Estaba absolutamente devastada y sorprendida. Pensé en lo bajo que es porque me contrataste, tienes todas mis medidas. No quiero sentir que estoy obligada a perder la mitad de mi peso para conseguir un papel en la televisión, o un papel en el cine o en el teatro.

No voy a caminar con un morral lleno de preocupaciones porque soy más grande que la persona promedio. Sí, soy grande. Espero perder el peso, pero mientras lo intento no voy a estar deprimida”.
 

“Se supone que mi peso ideal es de 80 kg, pero nunca he tenido ese peso en mi vida y simplemente no sé cómo voy a lograrlo. Pero estoy progresando con esto, y me peso regularmente para seguir encaminada en la pérdida de peso.

La gente a menudo golpea tu estómago y dice: “Veo que mantienes la rutina de squash allí”. Es grosero. Hay una falta de cortesía en cuanto a eso, mientras que si tuviera Parkinson, no me sostendrían para que deje de sacudirme.

Estoy harta de que la gente me diga que coma menos y haga más ejercicio. Estoy haciendo todo lo que puedo; tres sesiones de gimnasia por semana, andar en bicicleta dos veces por semana, caminar semana por medio, no comer comida chatarra, cocinar todas mis comidas. Me estoy esforzando al máximo”.