Los fabricantes de alimentos, supermercados, restaurantes y cadenas de comida rápida han captado nuestras preferencias alimentarias. Ahora ofrecen una gran variedad de alimentos baratos, deliciosos y ricos en energía que combinan sal, azúcar y grasa. Es una combinación poderosa para nuestros sentidos, mucho más poderosa que la evolución de nuestro cerebro para lidiar con ella. Por eso, es difícil resistir el tentador olor de los alimentos que ahora nos rodean.
No deberíamos sorprendernos cuando agrandamos el tamaño de nuestro pedido o llenamos nuestro carrito de compras aunque no tengamos hambre. Nuestra capacidad de resistirnos a estos alimentos deliberadamente tentadores está determinada por una variedad de factores, incluida la genética, y varía en cada persona.
Así, el aumento global de la obesidad no es el resultado de una pérdida repentina de fuerza de voluntad. En cambio, el aumento del peso se entiende como una reacción natural a vivir en un entorno que ha cambiado más rápido de lo que nuestra especie ha podido adaptarse.
Nuestro entorno moderno contiene muchos factores que nos ponen en riesgo de padecer obesidad. Muchos de estos factores están fuera de nuestro control, pero afortunadamente todavía hay muchas cosas que podemos hacer. Reestructurar el entorno es una de ellas.
Para obtener una guía sobre la reestructuración del entorno, lea el artículo Hackea tu hambre: Cómo planear, preparar y comer comida saludable.