Perder hasta el 5% de su peso corporal puede reducir significativamente su riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, una complicación común de la obesidad. Un programa de cambio de estilo de vida reconocido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) demostró un reducción del riesgo del 58% en personas que lograron una pérdida de peso del 7%. 

En personas mayores de 60 años que viven con sobrepeso u obesidad, una pérdida de peso promedio del 5,7% alivió la osteoartritis de rodilla. Los participantes tuvieron menos dolor y molestias en la rodilla, mejor movilidad y mejor función general de la rodilla. Además, una pérdida de peso promedio de 5,1 kg en personas que viven con obesidad demostró reducir más del 50% el riesgo de desarrollar osteoartritis.

Vivir con sobrepeso u obesidad puede provocar muchas afecciones médicas graves y aumentar el riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular y enfermedades vasculares. Factores como la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en sangre se ven afectados por el peso y, por lo tanto, pueden contribuir a la enfermedad cardíaca. Los datos muestran que perder entre el 5% y el 10% del peso corporal inicial produce una mejora significativa en la hemoglobina A1c, los triglicéridos, la presión arterial y el colesterol LDL. Es importante tener en cuenta que mantener la pérdida de peso tiene el mismo impacto en las personas, independientemente de su categoría de IMC inicial. Las mejoras en los factores de riesgo cardiovascular continúan mientras más peso se pierda.

Existen riesgos para la salud relacionados con la obesidad vinculados con su sistema inmunitario. La obesidad se asocia con la activación del sistema inmunitario, la estimulación de la inflamación crónica de bajo grado y un efecto negativo en la inmunidad ante infecciones y la progresión de la enfermedad crónica. 

Bajar de peso puede provocar menos marcadores proinflamatorios llamados citocinas en la sangre para las personas que viven con sobrepeso u obesidad. Esto puede desempeñar un papel importante en la prevención de enfermedades crónicas.

Las mujeres posmenopáusicas que reciben terapia hormonal enfrentan un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.

En un ensayo clínico de mujeres posmenopáusicas que viven con sobrepeso u obesidad, una pérdida de peso de al menos el 5% redujo las concentraciones séricas de estrógeno y otros posibles biomarcadores de cáncer de mama. De manera similar, un estudio separado confirmó niveles más bajos de biomarcadores inflamatorios en mujeres posmenopáusicas que viven con sobrepeso u obesidad y que perdieron el 5% o más de su peso corporal. Esto sugiere que incluso un grado modesto de pérdida de peso podría tener un efecto notable en el riesgo de desarrollar cáncer de mama.

Tener exceso de peso puede afectar la calidad de su sueño. En investigaciones realizadas por John Hopkins University, las personas que viven con sobrepeso u obesidad observaron problemas relacionados con el sueño, como:

• Insomnio
• Fatiga diurna
• Somnolencia
• Sueño inquieto
• Uso de sedantes para ayudar a dormir.

El estudio descubrió que perder grasa corporal, especialmente alrededor del estómago, era fundamental para mejorar la calidad del sueño.

En un estudio realizado por la Universidad de Pensilvania, los adultos que viven con sobrepeso u obesidad que perdieron el 5% o más de su peso corporal inicial mejoraron la calidad y duración del sueño en un plazo de 6 meses. Aquellos que informaron inicialmente síntomas leves o mayores de depresión también vieron una mejora en su estado de ánimo general durante un período a corto y largo plazo.

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Tener exceso de tejido graso crea mediadores inflamatorios que afectan los tejidos articulares. Esto puede provocar más inflamación y dolor asociados con la artritis reumatoide (AR).

Vivir con obesidad también reduce en un 47% la probabilidad de lograr una remisión sostenida (sin síntomas de AR o con síntomas bajo control) en respuesta al tratamiento con fármacos antirreumáticos. 

En un estudio retrospectivo, los investigadores analizaron datos de pacientes con AR durante varios años. El 67% de los participantes vivían con sobrepeso u obesidad. Perder 5 kg o más se asoció con mejoras significativas en la AR, como sensibilidad articular, dolor y función. Los investigadores observaron que los participantes se beneficiaron cuando perdieron alguna cantidad de peso, pero experimentaron más efectos positivos en la sensibilidad, el dolor y la función articulares cuanto más peso perdieron.

Se ha observado que bajar de peso reduce los signos y síntomas de la EHNA.

Durante un estudio de 52 semanas, los pacientes con EHNA que perdieron hasta un 5% de peso corporal experimentaron mejoras notables en la salud, como:

• reducción de la grasa en el hígado
• resolución de la esteatohepatitis (25%)
• puntajes más bajos de actividad de la enfermedad de hígado graso no alcohólico (47%)
• regresión de la fibrosis (19%)

Sin embargo, los mayores beneficios se observaron en pacientes que perdieron el 10% o más de su peso corporal:

• las tasas más altas de reducción de la EHNA
• Resolución de la EHNA (90%)
• regresión de la fibrosis

Un estudio encontró que los participantes que perdieron entre el 10% y el 15% de su peso corporal inicial tuvieron mejoras clínicamente significativas en su presión arterial.

Los participantes que viven con sobrepeso u obesidad con diabetes tipo 2 experimentaron una disminución promedio de 9 mmHg en la presión arterial sistólica . También se beneficiaron de mejoras significativas en otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Un metanálisis de ensayos controlados aleatorizados mostró que una pérdida de 1 kg en el peso corporal se asoció con una reducción aproximada de 1 mmHg en la presión arterial. Esto enfatiza la importancia de la pérdida de peso en la prevención y el tratamiento de la hipertensión.

Perder el 15% o menos de su peso corporal ayuda a reducir las concentraciones del colesterol “malo” LDL, los triglicéridos y los niveles de colesterol total.

En un metanálisis de más de 70 ensayos controlados aleatorizados, la pérdida de peso a través de intervenciones en el estilo de vida, farmacológicas y/o quirúrgicas se asoció con cambios estadísticamente significativos en los lípidos séricos.

El desarrollo de ciertos tipos de cáncer (incluido el cáncer colorrectal, pancreático, renal, ovárico y de mama posmenopáusico) se ha relacionado con el exceso de grasa y es un riesgo para la salud relacionado con la obesidad.

Un estudio con mujeres posmenopáusicas descubrió que perder más de 9 kg del peso corporal inicial redujo el riesgo de ciertos tipos de cáncer (como de mama, de endometrio y de colon). Estos participantes tuvieron un 11% menos de probabilidades de desarrollar cáncer en comparación con aquellos que no perdieron el mismo peso.

Un IMC más alto está relacionado con deterioros en la calidad de la vida sexual, especialmente en mujeres y candidatos para cirugía de derivación gástrica. Las personas que viven con obesidad informaron mejoras significativas en la calidad de su vida sexual cuando perdieron un promedio del 13% de su peso corporal. Informaron sentirse más atractivos y tener un impulso sexual más fuerte. La mayor parte de la mejoría se observó en los primeros tres meses después de que los participantes perdieran un promedio del 11,8% de su peso corporal.

Se realizó un estudio sobre la función eréctil en hombres que viven con sobrepeso u obesidad y diabetes tipo 2. Los participantes que se sometieron a un tratamiento para bajar de peso perdieron un promedio del 9,9% de su peso corporal. Un mayor porcentaje de estos participantes mantuvo o mejoró su función eréctil durante el estudio.

Se realizó otro estudio en mujeres que viven con obesidad y diabetes tipo 2 . Informaron que la intervención intensiva en el estilo de vida con una pérdida de peso de alrededor de 7,6 kg mejoró su función sexual.

Los investigadores estudiaron a mujeres posmenopáusicas que participaron en un programa nutricional diseñado para reducir la grasa alimentaria y aumentar la ingesta de frutas, verduras y fibras. Las mujeres que perdieron al menos el 10 % de su peso tuvieron más probabilidades de tener menos o ningún síntoma de menopausia, como sofocos y sudoración nocturna durante un año.

La pérdida de peso a menudo se recomienda como tratamiento para la apnea obstructiva del sueño (AOS). La AOS es una afección potencialmente grave que causa interrupciones ocasionales de la respiración durante el sueño.

Los investigadores hicieron un seguimiento de personas con AOS y diabetes tipo 2, y descubrieron que la gravedad de la AOS se redujo después de la pérdida de peso. Los participantes que perdieron 10 kg o más (aproximadamente el 10% del peso corporal promedio de los participantes) experimentaron la mayor reducción en los síntomas de la AOS.

Otro estudio descubrió que una pérdida de peso del 10% fue eficaz en el manejo de los trastornos respiratorios del sueño de los participantes, lo que llevó a una noche de sueño más reparador.

La pérdida de peso puede provocar menos episodios de incontinencia urinaria.

Las mujeres que estaban viviendo con sobrepeso u obesidad y que tenían incontinencia urinaria mostraron mejoras notables después de un programa de pérdida de peso de 6 meses que incluyó dieta y ejercicio. Con una pérdida de peso promedio del 8% del peso corporal, los participantes tuvieron un 47% menos de episodios de incontinencia urinaria. Esto se comparó con el 28% de los participantes que no controlaron el peso. En general, más mujeres en el grupo de pérdida de peso informaron resultados clínicamente significativos. En algunos casos, la cantidad de episodios de incontinencia, de incontinencia por esfuerzo y de incontinencia de urgencia se redujo en un 70%.

El sobrepeso se ha relacionado negativamente con la función cognitiva. De manera similar, vivir con obesidad en la mitad de la vida se ha relacionado con un mayor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer.

Cuando las mujeres posmenopáusicas con sobrepeso comenzaron una dieta durante 6 meses y perdieron un promedio del 9,2% de su peso corporal, los investigadores observaron mejoras significativas en su memoria episódica.

Una pérdida de peso del 5% al 10% puede provocar menos células inmunitarias que causan inflamación y una mayor pérdida conduce a mejoras aún mayores.

Un ensayo clínico investigó los efectos de la pérdida de peso en las células inmunitarias en personas con un IMC superior a 35 kg/m² y que tenían diabetes tipo 2 o prediabetes. Los participantes perdieron un promedio del 13,5% de su peso corporal y mejoraron su equilibrio inmunitario antiinflamatorio.

Las mujeres posmenopáusicas que viven con sobrepeso u obesidad que perdieron más del 15 % de su peso corporal mostraron niveles de vitamina D triplicados durante el estudio, independientemente de su dieta. La vitamina D ayuda a reducir la inflamación, influenciando el crecimiento celular y la función inmunitaria.

En un estudio realizado por el Instituto de Medicina de la Universidad de Gotemburgo, los investigadores observaron adultos que vivían con obesidad durante un período promedio de 10,9 años. Los participantes perdieron un promedio del 18,3% de su peso corporal debido a un tratamiento quirúrgico. Esto provocó un 24% menos de mortalidad durante el período del estudio.

Las personas con sobrepeso u obesidad tienen antojos más frecuentes de alimentos con alto contenido calórico y ultraprocesados durante el día y fuera de los horarios de comidas.

Un estudio de mujeres que viven con sobrepeso u obesidad mostró que la pérdida de peso de alrededor del 14,6% causó menos preferencia por los alimentos azucarados, menos antojos y una mejor regulación del apetito.

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Si bien los factores de riesgo de ciertas enfermedades crónicas mejoran con una pérdida de peso moderada, se pueden obtener más beneficios. Factores de salud como la presión arterial y las concentraciones de lípidos en sangre tienen una relación lineal con la pérdida de peso.

Perder más peso puede mejorar los marcadores de salud relacionados con las enfermedades crónicas. Reduce los factores de riesgo de afecciones como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes. Perder entre el 10% y el 15% del peso corporal aumenta la probabilidad de aliviar los síntomas de afecciones como apnea obstructiva del sueño y esteatohepatitis no alcohólica.