Algunas personas creen que, aunque el estigma del peso puede hacer que alguien se sienta mal en ese momento, es una forma de “amor duro” que los motivará a perder peso y aumentar la productividad. En realidad, se convierte en una profecía autocumplida; el estigma del peso afecta negativamente la salud física y mental de las personas, lo que puede afectar su desempeño y productividad.3, 4
Por ejemplo, un entorno laboral hostil que haga que las personas se sientan juzgadas o estereotipadas debido a su peso puede afectar su autoestima. Cuando la autoestima de las personas se ve afectada, es posible que no se sientan seguras de sus capacidades laborales y que pierdan más días de trabajo, tomen descansos más largos por motivos de salud o incluso se jubilen anticipadamente.4 O bien, el estigma del peso puede dar lugar al “presentismo”, donde los empleados están en la oficina pero no se desempeñan tan bien, quizás debido a una baja autoestima o baja satisfacción laboral.4, 6
El estigma del peso también puede afectar profundamente la vida personal y financiera de las personas que viven con sobrepeso u obesidad y a sus familias. Los estudios han demostrado que las personas que viven con sobrepeso u obesidad (especialmente las mujeres) ganan entre un 8% y un 10% menos que aquellas sin obesidad.3
El 25% de las mujeres que viven con sobrepeso u obesidad experimentan discriminación laboral debido a su peso y tienen 16 veces más probabilidades de informar discriminación laboral relacionada con el peso que los hombres.3
Debemos abordar la profecía autocumplida del estigma del peso y la productividad en el lugar de trabajo. Los empleadores deben reconocer que crear un estigma del peso para las personas que viven con obesidad puede afectar el desempeño y la productividad en el trabajo.4 Los empleados que reciben el apoyo adecuado, son escuchados y viven libres del estigma del peso y del trato injusto están facultados para dar lo mejor de sí mismos en el trabajo.3